Acto I
La tregua
(…)
En uno de los Pabellones del recinto penitenciario están Papá pitufo con sus seguidores.
Papá pitufo.
Muchos de los acá presentes se preguntarán por qué Yo los he reunido hoy aquí. Los he reunido hoy aquí, porque, primero y antes que nada, quiero darles mis más sinceras y sentidas palabras de
agradecimiento. Agradecerles el abnegado compromiso de lealtad y fe ciega para con… ¡Yo! (Tose, cada vez que pronuncia el pronombre “yo”. Esto sucede cada vez con más frecuencia como si
fuera su manera de toser y se incrementa cuando está furibundo o nervioso) ¡Yo! compromiso de lealtad que, como todos saben, no es fácil adquirir y menos uno de este tipo. ¡Yo! (Tose)
Fe ciega que, en estos tiempos aciagos, es tan difícil encontrarla, tenerla, mantenerla, proferirla y profesarla. Todos saben, desde tiempos ha, la situación que atraviesa nuestra querida y
amada patria. ¡Oh, mi patria! ¡Mi amada patria! ¡Yo! ¿Por qué sufres de esta manera? Te han vilipendiado, te han ultrajado… ¡Oh yo, yo, yo! ¡Oh, mi patria! ¡Yo! ¡Mi amada patria! ¡Yo! ¿Por
qué te han hecho esto? Tú eres para mí, lo más grande, lo que todo hombre anhela tener. Yo siento por ti, lo que siente el amante por su amada ¡Ansias tengo de sentirte y de tenerte! ¡De tocarte
yo y no otro que no sea yo! ¡De acariciarte yo y no otro que no sea yo! ¡De poseerte yo y no otro que no sea yo! ¡Yo! No descansaré hasta dar caza, claustro y muerte a todos aquellos que me
arrebataron la oportunidad de ser ¡Yo! “Papá Pitufo” el que te haga sentir como te mereces ¡Yo, Papá Pitufo! quien te llevará a la grandeza. ¡Como lo hizo Ying Zheng “Primer Emperador” de China
de la dinastía Qin! ¡Como Constantino hizo con Constantinopla, que la Constantinopolizó! ¡El César, que convirtió en Imperio a Roma! Que después se le cayera, es harina de otro costal, pero de
que hizo un imperio de Roma, lo hizo ¡Así como Hitler y Goebbels, Pinky y Cerebro que quisieron conquistar el mundo! ¡Yo quiero que ¡Yo! y mi patria hagamos lo mismo!… ¡Pitufo y
su patria conquisten el mundo! ¡Pitufo y Patria sean uno en el mundo! ¡Pitufo y ustedes son patria!
¡Pitufo y patria son fuerza! ¡Pitufo y esa fuerza conquistaran el mundo! ¡Pitufo se hace uno en un millón y logra unificar ese millón en uno solo! ¡En Pitufo! ¡Uno solo es Pitufo! ¡Ustedes son
Pitufo! ¡Pitufo son ustedes!
Silencio rotundo. Pausa. Aplausos y vítores.
Papa pitufo.
Gracias por esa demostración de compromiso, lealtad y fe ciega para con ¡Yo! gracias muchas gracias. Disfruten de la fiesta que ¡Yo! les ofrendo.
Transc. Introducción de cadena presidencial.
Yoncito.
Bien señor, seguimos de aquí a la siguiente fase del la pre- campaña.
Papa pitufo.
¿Cómo estuve? Debo confesarles que me sentía muy nervioso. Estoy acostumbrado a jugar de manera diferente, digamos…
Yoncito.
¿Directo, señor?
Papa pitufo.
El juego de la política es incierto. No se puede jugar a perder el control. ¡Yo! tengo que tener el control, ¡yo! de todo, tanto ¡yo! dentro, como yo fuera. Aplastar que se sepa que soy ¡Yo!
Poderoso, que me tengan terror ¡Yo!
Yoncito.
¡Mi señor tiene razón! Lo que debemos hacer es desistir de esta estúpida operación “elección”. Ahora mismo mando a cancelar todo.
Poeta.
Señor. Perdóneme la desfachatada intromisión, pero debo hacerlo, así me cueste la vida. (Pausa) No deja de fascinarme la manera cómo jugar a la política lo coloca a usted, mi señor, en
una situación de “no confianza”. Y eso es positivo para usted.
Papa pitufo.
“No confianza” Yoncito ¿Tú no confías?
Yoncito.
En la Política, mi señor.
Papa pitufo.
Pero si yo voy a postular mi candidatura, es imperativo que yo entre en el juego de la política ¿No es así?
Yoncito.
Sí, mi señor.
Papa pitufo.
Entonces, en ese sentido ¡Yo! debo ser un ¡Yo político! ¿Cierto?
Yoncito.
Sí, mi señor.
Papa pitufo.
Yoncito ¿Tú no confías en mi?
Yoncito.
Mi señor. Yo no confío en aquel que haciendo uso de la política como arma le robe la dignidad a la población de este recinto penitenciario. El que así lo hiciere merece ser castigado brutalmente.
Sufrir muerte lenta.
Papa pitufo.
Razón tienes. Aquel que use las armas arrebatando vidas inocentes debe ser castigado de la misma forma ¡Muerte lenta!
Yoncito.
Mi señor, perdóneme pero yo me refería a que la mentira es el arma de la política. No era literal, me refería a la palabra.
Poeta.
Mi señor así lo ha hecho. Se ha referido a la mentira como arma política.
Yoncito.
No es así. Sé claramente a lo que se refería mi señor. No pretendas manchar mi honor con tus mentiras.
Poeta.
No miento. Estoy aclarando lo que mi señor ha dicho.
Yoncito.
Pues no aclares que oscureces.
Poeta.
Ahora levantas calumnias sobre mí!
Yoncito.
Yo no he hecho nada en tu contra. Tú si lo haces con tu envidia y resentimiento.
Poeta.
¡Vaya! Miren quién habla de envidia y resentimiento.
Yoncito.
Puedo olerlo en las palabras que pronuncias.
Poeta.
Bien, entonces explica tú a que se refería nuestro señor cuando hablaba.
Yoncito.
Mi señor se refería al nivel de violencia de un “Yo poder”, contra una población contagiada de odio contra sí misma. Mi señor hablaba de armas literalmente.
Poeta.
Te equivocas.
Yoncito.
Y según tú ¿en qué me equivoco?
Poeta.
En realidad no te equivocas.
Yoncito.
No empieces a complicarlo todo.
Poeta.
Cuando un “Yo poder” utiliza la palabra de forma engañosa, mentirosa, como arma política durante años, llega a un punto en que no puede hacer nada más que apelar a la violencia para
sostener esa mentira.
Yoncito.
Es decir, que yo estaba hablando de lo mismo.
Poeta.
Así es.
Yoncito.
¡Es decir que me llamas estúpido!
Poeta.
De mi boca no ha salido insulto semejante.
Papa pitufo.
¡Oh Dios! ¡Ya basta!…
Poeta.
¿Qué sucede mi señor? ¿Le ocurre algo?
Papa pitufo.
No sé cómo expresar en palabras lo que siento. He quedado consternado por toda esta revelación ante mis ojos y mis oídos.
Yoncito.
Mi señor si en algún momento he herido sus sentimientos, sólo dígalo. Seré yo, mi propio verdugo.
Poeta.
Mi señor ¡hable! ¡Díganos qué le sucede!
Papa pitufo.
Y tú ¿No te infligirás ningún tipo de daño por mí?
Poeta.
¡Claro mi señor!
Papa pitufo.
(Pausa) ¡Quiero escucharlo!
Poeta.
Si yo he cometido algún tipo de ofensa en su contra, mi señor, entonces castígueme con la muerte si es necesario.
Papa pitufo.
¡Oh dios! ¡No puede ser! ¿Por qué me castigas haciéndome participe de este conocimiento?
Yoncito.
Señor ¿Qué le ocurre?
Papa pitufo.
¡La política!
Yoncito.
¡Lo sabía! Y todo esto es tú culpa por meter a mi señor en esto.
Poeta.
¡Silencio! Señor explíquese mejor.
Papa pitufo.
Todo este tiempo pensé que la política era un juego. Y ahora resulta que de la nada, descubro que es un arma ¡Oh dios! (Pausa)
Yoncito.
Señor, fue en sentido figurado.
Poeta.
Señor, si se me permite. Lamento admitirlo pero, Yoncito tiene razón. La política puede ser un arma, sí. Incluso, un arma de doble filo. Si bien jugar a la política, a mi señor no le convence, lo
coloca en una situación incierta que le atrapa y no le permite huir, huir sería imposible, como es imposible escapar de los tentáculos de un pulpo, pues a eso es a lo que debemos jugar señor.
Debemos jugar a la política basándonos en esto, mi señor.
Papa pitufo.
Me gusta, incluso como grito de campaña ¡Toma nota Yoncito! “El juego de los tentáculos de la política” ¿Qué sigue ahora en la agenda de pre-campaña?
Yoncito.
Lo que sigue mi Señor, es convocar a una reunión con nuestros hombres y mujeres más cercanos.
Poeta.
Disculpe que lo incomode con el comentario que atreverme a hacerle estoy, mi Señor, pero arriesgarme debo, aunque por ello pierda yo mi vida. Me importa poco. Lo aprecio y estimo en gran medida, como para permitir que cometa un error al usar esta frase como grito de campaña.
Papa pitufo.
¿Qué tiene de erróneo ese grito de campaña?
Yoncito.
¡Cierto es! ¿Qué pretendes?
Poeta.
Yo no pretendo.
Yoncito.
Sí lo haces. Quieres confundirnos con tus palabras.
Poeta.
¡Confundir! ¡Acabas de dar justo en el clavo!
Papa pitufo.
Estoy a punto de perder la mea paciencia. Y tú muy bien sabes que no me gusta perder. Si yo y mi paciencia nos separamos, podría ocurrir algo como lo ocurrido años ha, en la que murió mucha
población.
Poeta.
Mi señor podría repetir la frase.
Papa pitufo.
“El juego de los tentáculos de la política”.
Poeta.
Para nos, es un hecho que la política que se juega, normalmente es engañosa, egoísta, miserable, vil, rapaz, rastrera, en fin, tiende a confundirnos a todos. Porque tiene muchos tentáculos…
Papa pitufo.
(asombrado) ¡Con que así es la política!
Poeta.
Si usted usa esa frase mi señor, es como si estuviera atacándose así mismo.
Papa pitufo.
Explícate mejor, antes que pierda mi paciencia.
Yoncito.
Nadie quiere eso mi señor.
Poeta.
Digámoslo de esta manera mi señor: El político es como un ninja fugitivo. Que desertó de su Clan y será perseguido sin descanso para ser exterminado por traidor. A partir de ese momento, un Ninja
solo confía en sí mismo. Él es un arma, pero debe saber administrarse para con sus adversarios. En qué momento debe atacar y cómo atacar. Sólo lastimar al oponente o acabarlo del todo. Pero lo
más importante mi señor, no debe confiar en nadie. Porque si lo hace, pierde. Mi señor, así como un ninja debe saber usar sus habilidades y su arma, el político debe hacerlo de igual forma y
¿Cuál es la mejor arma de un político? mi señor, La espada es al Ninja lo que La palabra es al político. Así como un Ninja entrena para manejar con habilidad su espada, un político debe hacer
lo mismo con su palabra. El Nin ja, mi señor, se pasa horas afilando, aceitando, limpiando y acicalando su espada de doble filo, para que corte lo más limpio y rápido posible con un simple quiebre
de muñeca. Horas contemplándola ¡Ser uno con su espada! El político debe hacer lo mismo con su palabra. Su palabra debe estar de tal manera aceitada como para que se deslice con gran facilidad
en la mente de quien la escucha. Tan limpia, que al ser pronunciada no le quepa la menor duda, al que escucha, que esa palabra es pura, honesta y dice desde la más sincera convicción !Claro está!
Siendo una mentira, debe ser creíble como verdad. Su doble filo debe ser tal, que cuando esa palabra sea pronunciada, corte todo lo que se encuentre a su paso y no deje rastro o pista alguna, de
lo que se dijo. De esta forma se puede cantar un triunfo seguro mi señor.
Papa pitufo.
¡Yoncito! Elimina el grito de campaña. Coloca allí en la lista de itinerario, como prioridad… ¿La tienes a la mano? (Pausa) Comprar un traje y espada Ninja. La campaña no me tomará desprevenido.
¿Listos?
Todos.
(Pausa) Si mi señor.
Papa pitufo.
Vamos pues, manos a la obra. Ahora sabremos de una vez por todas, quién está conmigo o quién mí contra. (Todos Salen)
Entra Cleiver se cruza con Rata Muerta, quien va con una bolsa negra con partes de otro cadáver, Cleiver le ordena salir rápido. Entra El Beibi llevado por Chiquito.